¡Primer Concurso!


Poco a poco JCS se está haciendo más grande, y es hora de celebrarlo. Voy a realizar un pequeño concurso, que consta de algunos puntos:

- El premio consistirá en elegir el nombre de un personaje de JCS. Será protagonista o secundario según en la posición que quedes.

- Debes encontrar la imagen de una mariposa azul (igual que la que se encuentra en el lateral) escondida en el blog (ya sea en la sidebar, fondo, páginas, capítulos...).

- Cuando la encuentres se abrirá un formulario que debes rellenar con tus datos para que me ponga en contacto contigo, el nombre del personaje y una pregunta facilita sobre la historia.

- Se elegirá la primera solicitud recibida y cuatro más por sorteo. Dos de los personajes tendrán un papel importante en la trama y tres serán secundarios.

- Si revelas dónde está la mariposa, más gente conseguirá participar y menos probabilidad tendrás de ganar.

- Se aceptarán las solicitudes enviadas antes de las 00:00 del día 16 de Septiembre.

¡Que empiece la caza!

Capítulo 7.

Resumen de los capítulos anteriores:
Ery es una chica tímida, a la que le cuesta hacer amigos. No ha tenido una vida fácil, su madre pasa la gran parte del día trabajando y con su padre no habla desde que se marchó de casa. Sus principales pilares son  Hugo y Noa. Otra de sus grandes amigas es Liss, la encargada de la biblioteca, lugar donde Ery pasa casi todas las tardes junto a David, un chico inteligente con el que comparte su pasión por lectura. Ery, cansada de la monotonía, decide crear un blog en el que contar las historias que desde hacía meses escribía en un pequeño cuaderno azul. Poco a poco el blog va cogiendo fama en el mundo de internet.

Como cada año, el instituto realiza un baile de estilo americano al que acude Ery acompañando a Noa y Hugo decide acompañar a David, ambos convertidos en pareja. En el baile Ery conoce a  un chico, Nick, con el que se queda embobada. El problema llega cuando Ery es consciente de que no tiene ninguna forma de contactar con él, aunque por suerte Nick había dejado su número en el vestido. Decide llamarlo y acaban quedando, no sin la ayuda de Hugo, que ese mismo día se encontró con una desagradable pintada en su taquilla.  

Ery conoce a una chica gracias a su Blog, que poco a poco adquiera fama en el mundo 2.0, Bu, en la que poco a poco confía sus secretos.



El primero.

Por suerte hicieron falta unos cuantos menos. A menos diez un gran coche negro se detuvo frente al portal. Fran bajó de él y se quedó esperando apoyado en la puerta del vehículo mientras se fumaba un cigarrillo.
Ya estaba vestida. La ropa se había arrugado un poco mientras dormía, pero me daba igual. Sólo tuve que ir a mi habitación para coger el móvil y bajé las escaleras a toda velocidad. Cuando llegué al portal disminuí la velocidad para que Fran no notase que estaba nerviosa.
—Buenos días, Fran.
—¡Buenos días, señorita!
—Llámame Ery, por favor.
Abrió la puerta trasera del vehículo y tuve que dar un pequeño salto para poder entrar. Era espacioso, pero más pequeño que el que usó el día del baile. Me pregunté cuántos coches tendrían, y si todos eran negros.
Fran giró la llave del contacto y el motor rugió. Tenía la esperanza de que Nick estuviera esperándome dentro del coche, pero la perdí al comprobar que estaba sola en la parte trasera, donde solo había una pequeña mesa y asientos para unas siete personas. Al parecer Fran tenía órdenes de llevarme a un sitio que no podía desvelar.
Avanzábamos a una velocidad normal, las ventanillas laterales eran prácticamente opacas pero podía ver por la luna del coche, hasta que Fran se percató de ello.
—Lo siento señorita, órdenes del jefe— me dedicó una sonrisa antes de presionar un botón y que un gran cristal negro apareciese entre la parte trasera y la del conductor.
En cuanto lo vea, lo mato.Ahora no podía ver absolutamente nada, y no había cosa que me agobiase más. El coche aumentó la velocidad progresivamente hasta tal punto que la inercia hizo que me hundiese en los asientos. Pasados unos minutos el coche aminoró la marcha hasta detenerse. Escuché cómo una puerta se abría e inmediatamente la puerta que estaba a mi derecha emitió el mismo ruido antes de que la luz bañase el habitáculo en el que me encontraba.
—Siento el secuestro, señorita.
—No pasa nada, no ha sido tu culpa. Y no me llames señorita, por favor.
—Como desee…Ery.
Una silueta apareció detrás de Fran. Al principio era completamente negra, pero a mediada que avanzaba se empezaban a vislumbrar sus rasgos físicos. Sus cabellos rubios, los oyuelos de su sonrisa y finalmente el color esmeralda de sus ojos.
—Buenos días.
—¿Tú ves normal encerrarme en un coche
—Bien, ¿y tú qué tal?
—Te odio.
—Mientes—puede que sí que mintiese un poco—. Sígueme, anda.
Fran me guiñó un ojo antes de entrar de nuevo en el vehículo y desaparecer entre otros coches. Supe dónde estábamos en cuanto vi la inmensa piscina turquesa. La Ciudad de las Artes y de las Ciencias. Aquél sitio me maravillaba, era fantástico. Tan azul y blanco…
Nos dirigimos directamente hacia un edificio que simulaba a las olas del mar. L’oceanografic. Nick parecía como si conociese el parque de memoria. Lo seguí hasta otro edificio cuyo techo tenía forma de estrella de seis puntas.
Pasamos horas y horas contemplando la inmensidad de peces que había. Parecía una niña pequeña el día de su cumpleaños, completamente ilusionada correteando de un estanque a otro. Nick se limitaba a seguirme con una media sonrisa en el rostro. Cuando ya habían pasado cerca de tres horas y yo seguí a mirando embobada una enorme beluga blanca Nick me cogió de la mano.
—Ven, no puedes perderte esto.
Empezamos a correr mientras veía por última vez aquél mundo submarino. Me llevó hacia unas gradas prácticamente repletas. Los asientos conformaban un semicírculo en cuyo centro había una piscina conectada a tres tanques más pequeños. La piscina a simple vista parecía vacía, pero unas figuras grises surgieron del agua dando un enorme y fugaz salto antes de desaparecer de nuevo.
Nick me condujo hasta una de las primeras filas, donde había dos asientos vacíos. En cuanto nos sentamos empezó el espectáculo en el que los delfines jugueteaban con aros, pelotas y los propios entrenadores levantándolos sobre el agua. Era bastante entretenido. Por una parte me gustaba, pero también me sentía mal. Me daba pena. Parecían tristes, dando volteretas a cambio de cuatro arenques.
Finalizó el espectáculo y la multitud empezó a aplaudir. Poco a poco fueron desalojando las gradas, pero me quedé de pie junto a la piscina de cristal. Cuando prácticamente sólo quedábamos Nick y yo apareció dentro del agua una sombra que poco a poco se acercaba. Finalmente un enorme delfín me miraba con ternura. Era bellísimo. Emitía pequeños ruiditos mientras echaba burbujas por el orificio de su cabeza. Era gracioso, parecía divertirse.
Decidimos marcharnos rodeando la piscina, pero a medida que caminaba el cetáceo me seguía. Apoyé la mano sobre el cristal y mi pequeño amigo puso su hocico en el mismo lugar.
—Le caes bien— la voz procedía de un hombre alto enfundado en un traje de neopreno que llevaba en su mano un cubo repleto de pescado, que no olía del todo bien—. A Tula, le caes bien.
—Gracias—dije nerviosa.
—Tírale esto—agarró uno de los pescados que tenía dentro del cubo y me lo dio.
Al tirarlo el delfín desapareció en busca del pescado y apareció inmediatamente devorando todavía un pequeño trozo.
—Tienes suerte. No a todo el mundo le tratan así. Podrías dedicarte a esto—terminó la frase y se marchó.
¿Qué se estudia para ser entrenador de delfines? ¿Veterinaria?
Dejamos atrás el delfinario, aunque no podía quitarme de la cabeza a Tula. Qué bicho más majo. Nos dirigimos hacia el aviario. Era una especia de esfera gigante hecha de hierro pintado de blanco. No me entusiasmaba igual que los ambientes marinos, pero he de reconocer que era espectacular.
Cuando llegó la hora de comer nos sentamos, por fin, en un restaurante de comida rápida. Los asientos estaban acolchados y las paredes repletas de imágenes a tamaño extra grande de gente haciendo deporte. Irónico.
—Pues para ser rico no te has estirado mucho en la comida—dije mientras llevaba mi bandeja con una hamburguesa, botella de agua y patatas extra grandes hasta una mesa para dos apartada del resto.
—Me reservo para la cena.
—Es broma. Adora la comida basura.
Pasamos el resto de la comida riéndonos por cualquier chorrada, haciendo tonterías y esas cosas que detestaba ver en las chicas de mi instituto. Cuando el Sol estaba a punto de ponerse ya había visitado prácticamente todo el parque. Nick debía estar harto de mí, pero no podía evitar pasar cerca de una hora por cada tanque.
—Vamos a cenar, anda—dijo sonriendo.
—¿Tan pronto? —no eran ni las diez, y yo estaba acostumbrada a cenar tarde o incluso no hacerlo.
—Sí. Ven, pero debes confiar en mí.
Sacó un antifaz negro del bolsillo de su pantalón. Me cubrió los ojos con él y no pude volver a ver hasta que no llegué a una sala que parecía estar vacía, no sin antes tropezarme unas cuantas veces.
—¿Lista? —me susurró al oído. Podía notar su respiración rozándome el oído y haciendo que mi corazón latiese a un ritmo insano.
—Lista.
Desanudó el antifaz, que al instante cayó al suelo. Poco a poco los colores se unieron formando objetos y la escena se impuso delante de mí. Una mesa presidida por una vela encendida se encontraba en mitad de la sala, cuyas paredes y techo hechos de cristal sostenían toneladas de agua en las que nadaban peces de todas las clases y colores. No puede ser. Aquello era tan cursi que me encantaba.
Junto a él el tiempo tenía alas y desaparecía entre nubes de ilusiones. Me acompañó hasta el asiento y retiró la silla de la mesa para que pudiera sentarme. N pude evitar reírme al ver la cena que había escogido.
—¿Pescado? ¿De verdad?
—¿No te gusta?
—Sí, pero es un sitio poco peculiar para comerlo—dije observando los cientos de peces que nadaban sobre nuestras cabezas.
Devoré el pez espada en menos de diez minutos. Todo iba rápido y no estaba acostumbrada. Tenía miedo, euforia y otros sentimientos dispares que se unían formando un cóctel molotov que podía estallar de un momento a otro. Eres tonta.
Cuando él terminó de comer nos levantamos y salimos hasta la puerta principal del parque, dejando la mesa en la sala con la vela a punto de extinguirse. Un hombre vendría a recogerla, o eso me había dicho. Fran estaba esperándonos en la puerta del parque con el motor ya encendido y emitiendo un pequeño ronroneo. Cuando nos montamos el ronroneo se convirtió de nuevo en un feroz rugido segundos antes de salir a toda velocidad por la carretera. Por suerte ahora podía ver tras el parabrisas.
El viaje fue uno de los momentos más incómodos que había vivido. No sabía cómo iba a ser la despedida. Odio despedirme. Despedirse es dejar un trozo de ti con alguien El coche frenó frente a mi casa. Me bajé y Nick hizo lo mismo. Nos quedamos el uno frente al otro, sin saber qué hacer y rodeados por un silencio que sólo era interrumpido por los grillos y algún que otro latido de mi corazón. De repente, una frase surgió en mi mente entre el torbellino de ideas que se cocinaba en mi cabeza. "Morirás virgen".
Cuando quise darme cuenta mis labios estaban junto a los suyos. Un escalofrío me recorrió la espalda haciendo que m estremeciera. Era raro, pero divertido a la vez. Me gustaba. Más bien, me encantaba. No sabía si estaba besando bien, de hecho no estaba haciendo casi nada, simplemente me dejaba llevar. Era parecido a bailar.
Me hubiese quedado así toda la noche de no ser porque decidió parar y pasar un mechón de mi pelo sobre la oreja mientras me susurraba el “te quiero” más tierno de la historia. No supe cómo reaccionar. Le di un simple beso en la mejilla acompañado de una sonrisa y desaparecí en el portal dejando atrás mi primer beso. Ese que nunca se olvida.

8 comentarios:

  1. Oh, qué cuquis. Estuvieron algo sosos en la visita, la verdad, pero esto engancha. ¡Un besito!

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  2. Oh Dios mío. ¿Ese Nick está loco?, cómo se le ocurre darle de cenar pescado dentro de una pecera tierna, ¿¡eh!? ¬_¬.
    xD

    No, en serio, no he dejado de sonreír; ha sido todo muy bonito sí, pero que conste que el ''te quiero'' ese, yo soy Ery y no me lo trago. Demasiado bonito. Los principios tan demasiado bonitos dan algo de miedo, creo. e_é
    Joder, yo me casaba con Hugo, David o el vecino que la miraba bailar, ¿pero Nick?. Es que me pinta feo... e_é.
    xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD

    Pero bueno, supongo que Ery está ahora con los sentimientos revolucionados como para pensar que a veces esas cursilerías pueden ser peligrosas.
    ò_ó...

    Yo soy Noa, su amiga y le digo que se haga la dura. Bueno, qué coño, Noa soy ya. xD

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  3. ¡JO, QUE BONITO! *-* ME GUSTA. ME GUSTA. ME GUSTA.

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  4. ohh buenismo!! Aunque ese tal Nick me da mala espina. Extraño los capítulos largos como los primeros <3 sigue así

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  5. Escribe más por favor, me encanta :__)

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  6. Soy nueva por aquí, pero espero ponerme pronto al día con la historia. :)
    Un besito.

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